lunes, 3 de junio de 2013

¿Enfermedades inventadas?

Ya en el 2006, Cosgrove y colaboradores demostraron la existencia de fuertes vínculos financieros entre la industria y los expertos que establecen los criterios de diagnósticos para las enfermedades mentales (DSM, CIE), especialmente fuertes en las áreas de diagnóstico con opción de tratamiento farmacológico.
El pasado año, ante la inminente edición del DSMV (5ª versión del manual) dichos autores alertaban sobre la persistencia de los conflictos de intereses.
Un colectivo de psiquiatras (the Critical Psychiatry Network) recuerda que los diagnósticos del DSM (con los cuales se le relega a un segundo plano el enfoque bio-psico-social del enfermar) no captan la gama completa de experiencias de sufrimiento del modo en que puede hacerlo una formulación más genérica. Los diagnósticos de psiquiatría tendrían que ir más allá del actual paradigma tecnológico. No hay suficientes pruebas científicas como para que se utilicen tales diagnósticos como modelo para organizar la prestación de los servicios de atención de la salud mental.
La mente humana es compleja, cualquier aproximación terapéutica debería de incluir no solo consideraciones biológicas (diana terapéutica de los medicamentos), sino medioambientales y culturales.
Los nuevos diagnósticos psiquiátricos (que hasta ahora se abordaban con intervenciones psicológicas) son potencialmente peligrosos, afirma Allen Frances, ya que pueden llevar a promociones de compañías farmacéuticas que ofrecerán medicamentos de alto coste y con efectos secundarios no desdeñables.

Ana Costa

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