Ignorar los límites a la hora de interpretar los
experimentos neurocientíficos hace que se extrapolen sus resultados más allá de
lo que el diseño de tales experimentos permite concluir.
Molly Crockett advierte a los consumidores sobre uno de los
riesgos inherentes a simplificar los conocimientos neurocientíficos: en un
futuro próximo podemos terminar consumiendo productos de alimentación,
supuestamente benéficos y realmente basados en “neurotonterías”. Tanto más
cuanto la industria alimentaria, con la legítima intención de
promocionar sus productos, busque el aval de investigadores a los que
inconscientemente puede colocar en una situación de conflicto de intereses.
Ana Costa
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