El momento en que se inicia una vida humana ha suscitado una absurda
polémica en ámbitos
(pseudo)científicos
y
filosóficos,
que siempre elude las referencias al subsuelo de intereses económicos
subyacentes. Los partidarios del aborto quieren eliminar algunas vidas
humanas con la conciencia tranquila y, para ello, nada mejor que definir
dichas vidas como inferiores o marcar etapas en el continuo que se inicia
con la fecundación y se termina con
la muerte. Con
anterioridad, ciertos grupos de la especie humana discriminaron a sus
homólogos por razón de etnia, color, o género. Hoy se discrimina por razón
de edad. La historia se repite de forma inquietante…
Las
clínicas abortistas no son ONGs, sino empresas influyentes
en el ámbito de la política. Para no tener pérdidas, prefieren que sus
clientes estén subvencionados con el dinero de todos los ciudadanos y sus
actuaciones estén amparadas por la ley.
Ana Costa
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