La relación clínica, dice Iraburu en su artículo, exige que cada interlocutor respete la dignidad y la libertad del otro. El paciente debe confiar en la preparación científico-técnica del profesional y éste en la capacidad del enfermo para tomar sus propias decisiones.
Sólo a partir del recíproco reconocimiento es posible encontrar la mejor alternativa para resolver los problemas de salud de forma personalizada.
Ana Costa
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